Primero, porque no actúa sobre los centros dopaminérgicos encargados de regular los mecanismos de recompensa; y segundo, porque la rápida instauración de tolerancia imposibilita la aparición de efectos subjetivos cuando se toma durante 3 ó 4 días seguidos. Los efectos subjetivos de las drogas psicodélicas en general, y de la psilocibina en particular, se deben a su acción directa sobre un tipo de receptores cerebrales encargados de metabolizar una sustancia endógena en las neuronas, responsable de modular muchos procesos cognitivos y emocionales, llamada serotonina (5-HT): concretamente, los receptores 5-HT2A.
Aunque existen otros receptores responsables de los efectos subjetivos de los alucinógenos, como los 5-HT1A ó los 5-HT2C; se sabe que para que una droga tenga efectos psicodélicos, debe activar los receptores 5-HT2A. Pero un uso continuado de psilocibina (y esto es común para el resto de los psicodélicos clásicos) hace que los receptores 5-HT2A y 5-HT2C estén sobresaturados, por lo que quedan inactivos mientras siga habiendo psilocibina en el cerebro, dejando transitoriamente de funcionar e imposibilitando, por lo tanto, la aparición de efectos subjetivos. Este es el motivo de la rápida instauración del fenómeno de tolerancia que producen las drogas psicodélicas. De manera casual, muchas personas que sufren de un trastorno mental conocido como Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), han visto desaparecer sus síntomas cuando han consumido de forma recreativa hongos psilocíbicos, lo que ha llevado a algunos investigadores a pensar que los receptores 5-HT2A y 5-HT2C pueden estar jugando un papel importante en los síntomas del TOC.
Muchos de los sujetos de estos casos anecdóticos también veían reducida su sintomatología cuando seguían tomando psilocibina a diario, a pesar de no experimentar sus efectos subjetivos, lo que parece indicar que la desactivación funcional de los receptores 5-HT2A/2C puede aliviar los síntomas del TOC.
"Muchas personas que sufren de un trastorno mental conocido como Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), han visto desaparecer sus síntomas cuando han consumido de forma recreativa hongos psilocíbicos."
Partiendo de esta hipótesis, formulada a partir de este amplio número de casos anecdóticos, en los EEUU acaba de finalizarse un estudio piloto dirigido por el Dr Francisco Moreno, de la universidad de Arizona, en el que se ha evaluado en diez pacientes, a los que se les administran 4 dosis variables de psilocibina separadas por un intervalo de dos semanas: la seguridad de la psilocibina para el tratamiento del TOC. Aunque en este estudio no se podría conocer si la psilocibina administrada en dosis repetidas es eficaz para reducir los síntomas de manera continuada, sí aporta datos relativos datos al papel que juegan los receptores 5-HT2A/2C sobre los síntomas del TOC y la potencial eficacia de la psilocibina para reducirlos. En función de estos datos, se diseñan nuevos estudios que aportan información más precisa sobre el potencial terapéutico de la psilocibina para el tratamiento del TOC.
Los efectos subjetivos de la psilocibina en dosis medias y altas son, por regla general, bastante contundentes, pudiendo llegar a veces a inducir dramáticas experiencias de despersonalización, extendidas tanto en el sentido clínico de experimentar de manera angustiosa que uno no se reconoce a sí mismo como habitualmente es, así como en el sentido literal de dejar fenomenológicamente de existir, perdiendo la identidad y haciendo indiferenciables las sensaciones de qué pertenece a uno y qué pertenece al exterior. A esta experiencia, algunos psicólogos la han denominado "experiencia cumbre", y es la experiencia que está en la base de todas las experiencias místicas compartidas por muchas personas en todos los pueblos de todas las culturas del planeta. Aunque una experiencia de disolución puede resultar angustiosa si no se han cuidado previamente una serie de factores tanto personales como contextuales, cuando estos factores están controlados, la experiencia generalmente resulta, aparte de placentera, transformadora para la persona que la atraviesa. Estas experiencias están en la base de los ritos de paso de las culturas primitivas del planeta, en las que el iniciado debe "morir en vida", perdiendo la identidad que tenía hasta ese momento, para adoptar otra nueva (por ejemplo, dejar de ser un niño para convertirse en un adulto, con todo el profundo cambio vital que ello implica). Para las culturas primitivas, el pasar por una experiencia en la que la identidad desaparece, sin que el iniciado pueda hacer nada para remediarlo, es la base para empezar a construir una identidad en la que la pasada ya no existe; la personalidad anterior ha "muerto" y se ha instaurado una nueva. Generalmente, las culturas primitivas tienen unas pautas culturales muy bien establecidas para facilitarle al iniciado tanto el que no se angustie por la pérdida de la identidad previa, como que le sirvan de ayuda para ir construyendo una nueva.
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Se dice que en nuestras sociedades no existen estas pautas culturalmente marcadas o no están lo suficientemente desarrolladas para integrar las experiencias psicodélicas, por lo que muchos "malos viajes" pueden obedecer tanto a una falta de preparación previa del iniciado para enfrentarse a algo tan contundente como es la pérdida de la identidad, como una falta de referentes culturales sobre los que construir la nueva. Aunque en la inmensa mayoría de las veces los malos viajes no tienen mayores consecuencias para la salud mental de las personas, existen individuos a los que, el atravesar una experiencia tan dramática, puede dejarles alguna secuela psicoclógica de gravedad variable; lo mismo que una experiencia cumbre, en la que la pérdida de identidad se experimenta como una liberación de condicionamientos autoimpuestos sin finalidad funcional alguna, puede conducir a una persona bien preparada a una vuelta a la realidad, habiéndose desprendidos de algunos lastres vitales. En este sentido, una experiencia cumbre puede ser, fenomenológicamente, lo más parecido a una muerte ontológica, en la que el ser desaparece para pasar a formar parte indiferenciable del Logos. Si el iniciado es un enfermo terminal, esta experiencia puede acompañarse de un sentimiento de trascendencia especial, que logra hacer disminuir su temor a perder definitivamente su identidad, temor que experimentan todas las personas que ven cercana su muerte y que generalmente se acompaña de síntomas psicológicos discapacitantes como ansiedad y depresión. De hecho, la investigación terapéutica pasada con drogas psicodélicas tuvo sus resultados más prometedores precisamente con este tipo de población.
Fragmento del Artículo "PSICOTERAPIA CON DROGAS PSICODÉLICAS: INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA ACTUAL".
Por: José Carlos Bouso Saiz, Revista Cáñamo N°14. Santiago de Chile, Junio de 2007.